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Foto del escritorPablo Alméstar

Madres Paralelas (2021)

Estrenada el año pasado en la 78. Mostra de Venecia, la última cinta del director Pedro Almodóvar desató una marea de aplausos que en parte fueron en elogio hacia la gran actuación de Penélope Cruz, su actriz preferida o fetiche y Milena Smit, en su “debut” actoral para el circuito cinematográfico más importante del viejo mundo.


Madres Paralelas es el título que lleva la película número 22 del director español, y cuenta la historia de dos mujeres que se encuentran en un hospital mientras están en la etapa de espera de la maternidad (accidentada), tanto en una es la maternidad deseada, mientras que en la otra es una no deseada. Producto de aquel encuentro casual, se crea un vínculo entre las dos, que será el hilo conductor de una serie de sucesos que cambiará sus vidas en adelante. Ana (Milena Smit) es una menor de edad que no conoce al padre de su hija y Janis (Penélope Cruz) es una fotógrafa que tuvo a su hija en un encuentro romántico con su saliente, un antropólogo estatal, que está documentando sitios similares en toda España para cavar las fosas en las que el franquismo había depositado a los muertos en la etapa más dura de la historia española.



Con una mirada masculina al mundo femenino (clásico del cine almodovariano), el autor hace una introspección en el proceso de la maternidad, que se ve retratado en aquellas dos protagonistas y sus distintas formas de convivir con sus hijas. Al avanzar la película, Almodóvar decide narrarnos una idea de la familia y el desapego desde la perspectiva, por su puesto materna, pero también partiendo desde el linaje o la sangre familiar. Del reencuentro con el pasado, presentado en aquellas noches de sexo entre Janis y el padre de su hija (quien mantiene un matrimonio y una familia con otra mujer en paralelo). El melodrama que el autor impregna en esta cinta, cargada de intensidad femenina y, aunque suene feo decirlo, podría excederse un poco hasta resultar panfletaria en muchas partes, encierra un discurso muy actual y de reflexión frente a las situaciones que viven las dos madres principales de la película como parte este proceso que poco a poco va avanzando hacia un progreso social en el mundo. Pero también reflexiona acerca del sufrimiento causado a aquellas familias, y sobre todo mujeres, quienes perdieron a sus esposos e hijos en la etapa de la dictadura franquista y lo único que quieren es una reunión familiar al final del camino.


La mirada de Almodóvar siempre es fulgente. No considero que exista otro director capaz de trabajar con temas tan sensibles y llegue a convertirlos en un melodrama muy disfrutable. Sin muchos movimientos de cámara y un estilo clásico de contar las historias (de manera visual, que es como muchos directores europeos parecen haberse olvidado de contar las cosas), el manchego nos sumerge a través la intensidad de su película gracias a entretenidos diálogos, giros de tuerca (algunos de ellos sexuales) y un manejo magistral, digno de resaltar, de su preciosa y atrapante banda sonora, compuesta por el maestro Alberto Iglesias. Su historia podría resultar con un final cumplidor para su público principal: El español. Con una fórmula que apele al sentimentalismo histórico, patriótico y político, en donde temas anteriores como el feminismo, impregnado en el proceso de maternidad y el encuentro amoroso de las protagonistas, puedan verse diluidos junto con el problema principal que presenta el personaje de Janis, quien pareciese, de la noche a la mañana, ha resuelto todo el problemón que tuvo a lo largo de la cinta (a pesar de los bien utilizados saltos de tiempo con un montaje impecable) y en la etapa final solo busca concretar el objetivo que ella misma se planteó desde el inicio y que no fue, del todo, ser madre.


Sin embargo, aún así, la película de Almodóvar es un precioso melodrama muy maduro, que podría tener algún parecido más con sus recientes películas (Julia y Dolor y Gloria) que con aquel cine de su propia vieja guardia. Una película que se hace muy hipnótica, sensible y emocionante. El pasado y el paralelismo que está en su reencuentro con el presente, como oda a la causa y consecuencia, también es parte de este no deseado encuentro, causado por una forzada consecuencia histórica.

Próximamente se estrenará en Netflix.


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