Estonia es un pequeño país europeo ubicado en la costa del golfo de Finlandia. Junto a Lituania y Letonia forman el grupo de repúblicas políticamente conocido como “países bálticos” por su proximidad al mar Báltico en el extremo norte de Europa. Su historia no ha sido ajena a los conflictos del continente, especialmente a la Segunda Guerra Mundial durante la cual fue ocupada por la URSS y la Alemania Nazi. Luego del conflicto fue anexada por la URSS hasta que en 1991 logró su independencia. A pesar de estas dificultades, Estonia se ha convertido hoy en día en uno de los gobiernos digitales más avanzados del planeta con una capacidad de prestación del 99% de sus servicios públicos de manera digital las 24 horas del día, el único servicio que todavía es presencial es el divorcio. Las diferentes políticas públicas de Estonia le han valido múltiples reconocimientos. Específicamente el año 2022 en el que logró primer puesto en servicios públicos digitales en el índice de Digital Economy and Society, tercero en el Índice de Ciberseguridad Nacional y segundo en libertad de internet del Índice de Freedom House.
A lo largo de la primera década del 2000, Estonia implementó diferentes servicios electrónicos, como la declaración de impuestos, la reunión de gabinete ministerial en línea, el pago de parqueo y el programa de e-Escuela que interconectaba a los padres con los profesores, permitía el seguimiento del desempeño escolar y se articula la información del plantel y las tareas. Esa misma década se implementaron también los pilares de su futuro gobierno digital: el X-Road, el documento de identidad digital (e-ID), el voto electrónico (i-voting), el KSI blockchain, el e-Health y el e-Justice.
X-Road es el corazón del moderno gobierno digital estonio. Se trata de una plataforma de intercambio de información distribuida que permite la interoperabilidad entre las instituciones de gobierno a pesar de que cada una de ellas posea un sistema de gestión diferente. La plataforma X-Road fue implementada el año 2001 y se caracteriza por ser interoperable, la data que se transfiere no es corrompible y está protegida de que terceros o personas no autorizadas la consulten. Gracias a su configuración, las bases de datos de las instituciones pueden comunicarse e intercambiar información dependiendo de cada caso. Así, por ejemplo, la información educativa, de impuestos o de salud que requiera un juzgado o una dependencia policial se hace de manera inmediata sin trámites ni solicitudes que duren días u horas. De misma forma, si existe un registro de salud nuevo para un ciudadano, este se carga automáticamente a las instituciones públicas a las que competa dicha información, ya sea aseguradoras u otras. Lo mejor del sistema es que no existe una gran base de datos que centralice todo, sino que los datos son transferidos inmediatamente cuando se requieran o deban ser compartidos entre una y otra institución.
Otro servicio crucial es el e-ID o identificación electrónica. Desarrollado el año 2002, el e-ID permite al ciudadano acceder a todos los servicios gubernamentales, identificarse sin problema alguno e incluso firmar digitalmente cualquier documento o solicitud con la misma validez que una firma escrita. El e-ID consta de un código de 11 dígitos que representa a las personas tanto en los entornos físicos como digitales y dos pines que garantizan seguridad de acceso al usuario. La información del e-ID puede enviarse por correo electrónico, mensajes de textos u otros medios, por ello tiene un sistema de encriptación que garantiza su privacidad y seguridad y solo puede desencriptarse con el código de 11 dígitos del destinatario. Existen dos versiones adaptadas al uso de celular: Mobile-ID, que vincula la e-ID a la tarjeta SIM, y Smart-ID, una app móvil para celulares que no cuentan con tarjeta SIM. Ambas permiten la firma de documentos como si fueran la e-ID.
La ciberseguridad es un pilar fundamental para todo gobierno digital que desee ser funcional. En la búsqueda porque la información en el ecosistema digital sea confidencial, es decir solo manipulable por las personas autorizadas, íntegra, nadie pueda editarla, y también esté disponible en cualquier momento, Estonia ha hecho públicos sus códigos fuente de manera que sea posible la participación de la ciudadanía y del sector privado en su desarrollo. El producto de aquel esfuerzo ha sido la tecnología KSI Blockchain, una solución que encripta la metadata de los registros digitales en una cadena de bloques (datos vinculados por encriptación y distribuidos) sin tener que almacenar la información fuera de los sistemas gubernamentales. Gracias a esto es posible grabar todos los cambios realizados en alguna entrada, incluso el cuándo, cómo y por quién fueron modificados. En otras palabras, el KSI Blockchain permite que todo ciudadano pueda ver quién ha revisado su información y garantiza la seguridad de dicha información en el espacio digital.
Desde el año 2005 en Estonia es posible votar en las elecciones de gobierno por internet. Se convirtió así en el primer país del mundo en organizar unas elecciones con voto digital. Gracias a sus e-ID, los ciudadanos pueden realizar el voto de manera segura desde cualquier ubicación con la confianza de que sus identidades serán eliminadas en la parte final del proceso de registro de voto. El año 2023 el 51% de los ciudadanos estonios utilizaron el servicio de i-Voting para las elecciones del Parlamento de aquel año.
El año 2008 se lanzó el sistema de e-Health o Sistema Nacional de Información de Salud Estonio. Se trata de un registro digital en el que se almacenan y concentran todas las bases de datos de los proveedores o centros de salud del país. Esto facilita el conocimiento y articulación de los diagnósticos, tratamientos, resultados de pruebas, reportes y procedimientos médicos de todos los ciudadanos. En otras palabras, crea un historial médico articulado al que pueden acceder el personal médico autorizado por el paciente y el paciente mismo. Como mucha de la data personal en Estonia, los ciudadanos pueden restringir el acceso a su información, así como monitorear quién tuvo acceso a ella pues el servicio está vinculado a su e-ID y asegurado con el sistema de KSI Blockchain.
Otro servicio innovador es el de e-Justice o justicia electrónica. Se trata de un sistema de información que utilizan todas las cortes del país y que permite automatizar los procesos judiciales al punto en que es posible emitir documentos u órdenes judiciales sin demora, aumentar la eficiencia judicial y gracias al X-Road una interconexión de la información con otras instituciones, ya sean la policía, la fiscalía o centros penitenciarios.
Sin lugar a dudas, Estonia es una sociedad moderna que ha logrado integrar soluciones tecnológicas de vanguardia a la vida diaria. Sin necesidad de aguardar a que un desastre los fuerce a tomar la vía digital, este pequeño país vio en la tecnología la oportunidad para mantenerse independiente y superar la desventaja en la que se hallaba como consecuencia de su tardía independencia. El camino digital de Estonia es un ejemplo de sociedad futurista que debe guiarnos. La corrupción y la ineficiencia de un gobierno no digitalizado son taras propias de un sistema burocrático pasado. ¿Por qué seguimos anclados en dicho pasado en lugar de echar un vistazo hacia el futuro? La digitalización es posible. Y quien lo ponga en duda desconoce los casos de éxito de países como Estonia.
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