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Comunicar: arte para la inclusión

  • Foto del escritor:  Verushka Villavicencio Vinces
    Verushka Villavicencio Vinces
  • hace 6 días
  • 4 Min. de lectura

En todo el mundo las personas salen a protestar y desencadenan conflictos sociales. Según el Global Peace Index, publicado por el Institute for Economics & Peace, existen a nivel mundial, 59 conflictos armados activos, la cantidad más elevada desde la II Guerra Mundial. En Perú, tenemos 195 conflictos sociales activos ubicados en Loreto, Puno, Cusco y Ancash. De ellos, sólo 89 se encuentran en proceso de diálogo, es decir, la crisis ya está desatada. En agosto último, se incrementaron 6 nuevos conflictos y del total de conflictos, 55 pasaron a la etapa de diálogo luego de un hecho violento, de acuerdo al reporte sobre conflictos sociales de la Defensoría del Pueblo. Es decir, queda latente la resolución de la protección social y las demandas ciudadanas por la justicia en la era de la mayor tecnología y conectividad en la cual deberíamos estar más y mejor comunicados. ¿Será que no hemos aprendido a comunicarnos entre políticos y ciudadanos?


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El Global Peace Index comprende 23 indicadores cuantitativos y cualitativos relacionados a tres ámbitos: Seguridad y protección social, Conflictos internos e internacionales y Grado de militarización. De estos ámbitos se destaca que de los 163 países que integran el análisis, 106 han aumentado su grado de militarización, es decir la posibilidad de quebrar el diálogo y usar las armas es inminente. Pero, un paso preliminar al conflicto, es la identificación de las situaciones que pueden identificarlo. Entonces, ¿por qué no se pueden resolver las vulnerabilidades para evitar que se conviertan en conflictos sociales cuyas demandas ciudadanas, generalmente se vinculan a un derecho vulnerado? 


“Lo más importante es el arte o la ciencia permanente para anticiparnos al riesgo de un conflicto. Los comunicadores deben desarrollar un plan de gestión de riesgos en las comunicaciones que permita anticiparse a una crisis dentro de sus instituciones. Es necesario que se identifiquen las vulnerabilidades dentro de las organizaciones. Esto se ha perdido y lo que vemos son medidas reactivas para abordar las crisis que muchas veces cobran vidas humanas, eso es lamentable”, sostiene la licenciada Mónica Moreno, docente de la Escuela Nacional de Políticas Públicas.


El rol del comunicador dentro de las instituciones públicas y privadas es vital para detener situaciones que pueden ser corregidas con gerencias y sus equipos técnicos y así evitar crisis. De esta forma, el gerente de Comunicaciones o el Director de Comunicación desempeña el rol de veedor y garante del espacio de comunicación y participación ciudadana con sus diferentes grupos de interés para escuchar los pedidos y responder con acciones articuladas internamente de forma eficiente y eficaz; sobre todo, en el caso del Estado.


Basta con revisar las portadas de los diarios cada día muy temprano en la mañana para comprender que las noticias giran en torno a crisis institucionales desatadas. Algunos ejemplos memorables cuyos desenlaces cobraron vidas humanas han quedado silenciados. El resultado es que los ciudadanos han perdido la confianza en las instituciones del Estado y los que trabajan dentro de ellas no desarrollan una estrategia que empodere a los servidores públicos en sus roles para afrontar estratégicamente situaciones de crisis y al mismo tiempo, colaborar con los comunicadores para prevenirlas antes del conflicto. Este doble rol es clave para prevenir las crisis y evitar que cobren vidas humanas.


“Dentro de las oficinas de Comunicaciones de las organizaciones públicas o privadas debe medirse el resultado de las acciones desarrolladas frente a una crisis. Esta medición permite que los equipos se fortalezcan y construyan resilencia, que permitirá afrontar rápidamente la siguiente crisis. Lo que se ha descuidado y se debe hacer es escuchar a los ciudadanos en los diferentes canales de comunicación para identificar las posibles crisis y así realizar acciones coordinadas con otras áreas, a fin de evitarlas”, enfatiza Moreno.


Un país no puede normalizar las crisis institucionales. La revisión de los titulares de los diarios nos enfrenta a la implantación de una cultura de crisis permanente. ¿Dónde se ubican las buenas noticias en las portadas de los diarios? Los comunicadores que somos periodistas formados en la época en que los titulares se relacionaban con noticias sobre organizaciones o ciudadanos que marcaban un hito en lo social, la cultura, el deporte, la ciencia, el arte, la filosofía, la tecnología, la innovación, no sólo extrañamos esos titulares sino que nos preguntamos sobre el rol de los comunicadores como promotores de una cultura de paz que construya puentes entre todos los actores sociales y no sólo identifique la corrupción a todo nivel. “El rol de los comunicadores debe recuperar su protagonismo y ayudar a los jefes a pensar en el país que queremos apoyando en construir una hoja de ruta por el bien común pues el crecimiento económico no va de acuerdo con el aumento de la desigualdad y mientras más desigualdad exista se generan condiciones para nuevos conflictos”, concluye Moreno.


Comunicar es un arte que debe posicionarse en relación a evitar crisis y no sólo en apagarlas cuando se presenten. Incluir las opiniones de los ciudadanos para solucionar los problemas, escucharlos con genuina empatía y dar el paso hacia una solidaridad comprendida no como dádiva sino como responsabilidad del Estado demarcaría el perfil del colaborador responsable cuya integridad va más allá del horario de trabajo y el sueldo. Sólo si se comunica incluyendo la opinión de los ciudadanos se construye realmente una cultura de paz.


Anhelo que en las próximas elecciones escojamos pensando en los mejores equipos que acompañen al mejor líder. El equipo propone, sustenta, contiene e implementa, mientras el líder conecta y facilita. Entonces nuestra tarea ciudadana es escoger a los mejores para asegurar y proteger nuestro desarrollo humano y el bienestar del país.


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