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Cientificismo: la Tercera Vía al futuro

Foto del escritor: Piero GayozzoPiero Gayozzo

Es indiscutible que atravesamos una época de crisis política y tensiones internacionales, así como de nuevos desafíos sociales producto de las innovaciones tecnológicas de la Cuarta Revolución Industrial.



Luego de la experiencia de la pandemia y de las consecuencias del calentamiento global, los temas ambientales también toman importancia. ¿Cómo construiremos un futuro en el que puedan enfrentarse los problemas? En este contexto la derecha y la izquierda tradicionales siguen siendo ofertas de solución política, pero nuevas alternativas surgen para competir con ellas. Algunas incluso de Tercera Posición o Tercera Vía. Con una derecha y una izquierda obsoletas, ¿quizás podamos encontrar las soluciones a los retos del siglo XXI en la Tercera Posición política?

Tercera Vía o Tercera Posición es un término empleado para referir a alguna corriente ideológica o sistema de pensamiento político que se distinga y sintetice ideas y propuestas de dos corrientes opuestas, en este caso la derecha e izquierda políticas. La distinción por sí sola no es suficiente para hablar de Tercera Posición, de lo contrario podríamos incluir al conservadurismo y al nacionalismo como expresiones tercerposicionistas, cuando en realidad son ideologías de segundo orden que pueden fácilmente ser adoptadas por formas de derecha y de izquierda indistintamente. Algunos ejemplos regionales son los casos de la Nueva Derecha Latinoamericana y del bolivarianismo venezolano. Una característica importante para hablar de Tercera Posición es la síntesis o integración de ideas de dos corrientes opuestas. Si bien no es fácil distinguir entre derecha e izquierda, pues se han propuesto las escalas individualismo-colectivismo, democracia-autoritarismo, patriotismo-globalismo, entre otras, las terceras posiciones integran propuestas de lo que se cree que son recetas inamovibles. De ahí que por su aparente contradicción su estatus sea rechazado y se les intente incluir dentro del esquema dicotómico clásico de derecha-izquierda.

El concepto Tercera Vía o Tercera Posición no es nuevo, más bien ha sido reclamado por varias ideologías a lo largo de la historia. De acuerdo al historiador Aristóteles Kallis, las terceras vías surgieron en las primeras décadas del siglo XX como parte del intento colectivo por buscar nuevas alternativas a la entonces imperante ortodoxia ideológica. Quizás la Tercera Posición más conocida sea el fascismo, incluso a pesar de que no es común su identificación como tal entre el público no especializado. Otra ideología tercerposicionista es la socialdemocracia. Aunque sus orígenes pueden remontarse a los años del fascismo, no fue sino hasta mediados del siglo XX que logró masificarse. Es el siglo XXI y ambas propuestas parecen volver a florecer para dirigir las riendas de la humanidad.

Por un lado, la debilidad del liberalismo occidental ha permitido que florezcan y se reagrupen formas excluyentes de organización colectiva. La actual competencia y tensión geopolítica apunta a la reafirmación de identidades nacionales alrededor del mundo. Es así que el fascismo resurge como una alternativa en estos tiempos. El fascismo es una Tercera Posición ultranacionalista que se nutre directamente de la filosofía contra-ilustrada, aquella que enarbola el mito, la tradición y las pasiones como fuentes fidedignas de conocimiento e inspiración. Identificado por diversos autores como de derecha o de izquierda, el fascismo en realidad logra sintetizar características de ambas tradiciones ideológicas en una forma revolucionaria de ultranacionalismo que apunta a construir una modernidad alternativa, es decir, una realidad distinta a la que vivimos, una en que la nación y sus tradiciones resurjan para construir un nuevo futuro alejado del liberalismo y la decadencia de la era de las luces (Ilustración). Más que el resurgimiento de la sociedad, el objetivo del fascismo es el resurgimiento de la nación, la cual no siempre coincide con algún país ni con su población. La nación del fascismo es definida míticamente en términos culturales, a partir de una supuesta consciencia inmutable que perdura desde épocas grandiosas, como también en términos biológicos, como la reunión de un grupo humano con ciertos rasgos fenotípicos específicos. En la nueva faceta del fascismo la globalización es un proceso perjudicial, pues es considerado un proceso colonizador que fomenta la multiculturalidad y diluye así los “espíritus nacionales” y las “identidades colectivas”. Proteccionismo, cierre de fronteras y construcción de paraísos étnicamente puros son las respuestas del fascismo a las transformaciones sociales cada vez más veloces del siglo XXI.

Por otro lado, un grupo de gobiernos socialdemócratas que hacen malabares para implementar políticas de inclusión todavía mantienen el poder e influencia suficiente para ofrecer una alternativa moderada a los retos del siglo XXI. Construida sobre inspiración socialista o de izquierda, la socialdemocracia es una Tercera Vía que se desvió de las formas revolucionarias de socialismo popularizadas por el marxismo en el siglo XIX. Siempre basada en la búsqueda de igualdad y justicia social, la socialdemocracia tuvo diferentes etapas en las que fue refinando sus estrategias. Hasta inicios del siglo XX buscó la socialización de los medios de producción mediante la reforma parlamentaria. Luego de la Segunda Guerra Mundial abrazó el capitalismo regulado y la democracia para construir un Estado de Bienestar que proveyera servicios de calidad a la población. Para inicios de los años 90, los socialdemócratas europeos inician el tránsito hacia lo que Anthony Giddens llamó “La Tercera Vía”. La forma contemporánea de socialdemocracia es quizás la que más se aleja de las aspiraciones colectivistas para integrar las libertades individuales con la responsabilidad comunitaria, los derechos con los deberes, el individualismo con la pluralidad y la autoridad con la democracia. Mediante esta guía, la socialdemocracia planea enfrentar la globalización y los retos ambientales. Sin embargo, el surgimiento de nuevas formas de radicalismo contrarios a la socialdemocracia, se deben, en parte, a que cuando estuvo en el poder, esta tercera posición no fue capaz de regular sus propuestas ni tomar decisiones radicales cuando fueran necesarias. Su búsqueda por la igualdad, sus políticas inspiradas por la moderación y el diseño de políticas públicas progresistas radicales solo sirvieron para alimentar el descontento y propiciar la reacción. Las poblaciones de España, Canadá, Nueva Zelanda y Suecia han sido perjudicadas por los privilegios y regulaciones inclusivas en exceso por parte del wokismo que de contrabando incorporaron sus gobiernos socialdemócratas. ¿Podremos enfrentar los cambios que se avecinan con justicia social o identidades nacionales caducas?

El futuro de la humanidad podría ser grandioso. Curar enfermedades, diseñar ecosistemas, manipular genéticamente nuestros alimentos, aumentar nuestra inteligencia y tiempo de vida, modificar el clima, viajar al espacio y transformar suelos muertos en bellas tierras son algunas de las oportunidades que nuestro propio esfuerzo intelectual nos ofrece. Por esa razón, deberíamos construir una Tercera Vía que mire hacia adelante, es decir, que tenga proyección futurista en lugar de anclarse en el pasado o en el presente, como lo hacen el fascismo y la socialdemocracia. Una Tercera Vía dispuesta a utilizar las nuevas tecnologías para diseñar proyectos de ingeniería social (tecnocracia) y dominar la naturaleza (postnaturalismo) con miras a construir el mejor futuro posible para la humanidad (largoplacismo). Esta Tercera Vía se llama cientificismo. El cientificismo como tal es una posición filosófica según la cual la ciencia es la mejor herramienta que tenemos para conocer la realidad. El cientificismo político intenta aplicar la misma lógica a los problemas sociales, los cuales son contemplados como problemas de carácter técnico. Así, el cientificismo sería una Tercera Vía o Tercera Posición distinta al fascismo y a la socialdemocracia. En lugar de la nación o de la pluralidad cultural como ideales, el cientificismo ve en la humanidad una gran civilización que podría conquistar el cosmos si se lo propusiera. En lugar del individualismo o igualitarismo, el cientificismo busca aumentar la eficiencia y la eficacia de nuestras sociedades, pues solo así aseguraremos la libertad y la igualdad necesarias para construir el futuro glorioso civilizatorio. Guiada por la ciencia podría adoptar políticas de izquierda o de derecha siempre que estas posean evidencia de respaldo y, por lo tanto, resulten útiles. Por ejemplo, en cuanto a la economía, las terceras vías buscan un punto medio. Tanto el fascismo como la socialdemocracia promueven cierto estatismo o intromisión del Estado en la economía

al tiempo que permiten cierta libertad de empresa, comercio y propiedad privada. La diferencia radica en que la socialdemocracia tiende al igualitarismo que desborda el crecimiento económico y el fascismo requiere del autoritarismo. El cientificismo no descarta diseñar políticas económicas, pero a diferencia de los anteriores lo hará desde la evidencia y no desde la intuición o purismos ideológicos.

En resumen, el cientificismo como Tercera Vía propone construir el futuro o ultramodernidad a partir de tres enfoques con los cuales enfrentar los retos del siglo XXI: la tecnocracia, el postnaturalismo y el largoplacismo. Por esta razón, el cientificismo es la Tercera Vía al futuro.

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