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Cerebros privilegiados al servicio de la humanidad

Foto del escritor:  Verushka Villavicencio Vinces Verushka Villavicencio Vinces

A estas alturas del partido, ya sabemos que todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030 no se cumplirán. También sabemos que las metas e indicadores no reflejan la complejidad de los problemas, ante cada diferente necesidad de las personas del mundo, sobre todo, de aquellos que requieren especial protección. 



La principal necesidad no atendida es el derecho a ser reconocido como “ser humano”, con iguales derechos y deberes, pero con diferentes condiciones y necesidades que se convierten en un reto para el accionar de todos.

Frente a este desafío, como respuesta a la crisis mundial que viven la humanidad en todas las esferas posibles, el Papa Francisco ha convocado a 30 Premios Nobel que distribuidos en 12 mesas temáticas reflexionaran, desde su conocimiento, sobre este problema complejo que consiste en el desafío de: “ser humano”. Será este 10 y 11 de mayo durante el denominado “Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana”.

Contra todo lo que se pueda pensar, el Papa busca respuestas en las mentes brillantes de hombres y mujeres como Rigoberta Menchú, líder guatemalteca indígena; Carlos Umaña, activista costarricense contra la guerra nuclear; María Ressa, periodista filipina; Graca Machel, activista mozambiqueña a favor de la infancia y viuda de Nelson Mandela. Pero además se espera también al director de la NASA, Bill Nelson y al alcalde de New York, Eric Leroy Adams.



También el Papa mantendrá un diálogo con los niños sobre la fraternidad humana y es de esperar que estén representados aquellos niños con discapacidad física, auditiva, visual, cognitiva y mental, así como aquellos hijos de inmigrantes o sin padres que se hagan cargo. Recoger la voz de un niño implica dar espacio a una expresión libre y desprotegida de etiquetas para ver el mundo y sus alcances. Ellos son capaces de encontrar soluciones simples para problema complejos.

Y es que el Papa Francisco parece arar un camino que promueve el bienestar del ser humano potenciando no sólo el bienestar físico, emocional y social; sino, buscando el rescate de la dignidad desde una mirada de fe, con la confluencia de todas las personas. El objetivo es elaborar un nuevo Pacto Mundial sobre la Fraternidad con un nuevo Código Ético Global para el año 2025.

Este nuevo espíritu va al rescate de la esencia de la humanidad para contrarrestar el odio de la guerra, la ambición y la ausencia de un proyecto común que involucre a todas las personas en la solución a problemas con múltiples aristas. 



Este encuentro prometería la búsqueda de indicadores que sean capaces de medir la fraternidad en base a acciones concretas que transformen la vida de las personas. Este salto cualitativo en la forma de medir la fraternidad resultaría un nuevo paradigma. Pareciera imposible medir la fraternidad, pero imaginamos que las mentes brillantes del planeta serán capaces de armar la ruta de conocimiento y aprendizaje. Se trata de “comenzar a cambiar la historia, estimular las reformas que faltan, comprender dónde el principio de fraternidad ya está presente en la vida social y discernir los parámetros necesarios para medirlo”, según un comunicado del Vaticano. 

Suena a utopía, pero las grandes transformaciones se iniciaron con una idea y un grupo que apostó por implementarla. Se trata de construir un mundo de paz que evidencie el genuino interés por el otro, poniéndose en su lugar, para luego dar el paso a la solución de su necesidad. 

Frente a problemas complejos la alternativa son soluciones diferentes nunca antes implementadas. Este evento promete ser una luz más de esperanza para toda la humanidad.


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