08/01/2023-ContraPoder (Diario Expreso)
Cuando en América Latina empezaban a aparecer los militares de derecha acá teníamos a Juan Velasco. Cuando en el resto de la región surgía el socialismo del siglo XXI acá salíamos del fujimorismo. La historia nos dice que el Perú es esa rara avis que vuela a contrapelo del resto de la región. El país de la independencia concedida. Quizá por eso a la prensa nacional le ha sorprendido tanto que el ascenso, conato de golpe y caída de Pedro Castillo haya convocado los intereses de toda Latinoamérica.
Pareciera que nunca, en toda la historia republicana contemporánea, el caso de un presidente peruano ha provocado la defensa cerrada de sus pares en México, Argentina, Colombia y Bolivia (Chile reconoce el gobierno de Dina Boluarte, pero pasa por agua el golpe de Castillo.
Perú fue solo un personaje secundario en el ajedrez regional cuando Fujimori le dio asilo al fallido golpista Hugo Chávez. Y repitió ese rol menor cuando Montesinos le vendió armas a las FARC y cuando Chávez le devolvió el favor al asesor. Esos fueron episodios tangenciales de un fenómeno mayor: el socialismo del siglo XXI. Un fenómeno que estuvo a punto de llegar al Perú el 2006, cuando el mismo Chávez patrocinaba la candidatura de Ollanta Humala. Pero como el Humala con polo rojo no llegó a la presidencia, el tema quedó ahí. Y por eso los politólogos y periodistas peruanos no consideraron que el socialismo del siglo XXI era un tema relevante para analizar en el país. Solo eso explica la obsesiva fujimorización del debate político y de la producción editorial nacional. A más de 20 años de la caída del fujimorismo, esa agenda monotemática dice mucho de la miopía de la academia y de la prensa peruana.
Cambiemos de enfoque. Puede que hayamos leído mal los acontecimientos. Tal vez no era que el Perú llegara tarde a la historia, desde la independencia hasta el Plan Cóndor o el socialismo del siglo XXI. Porque el Perú es el país de la independencia concebida: la tierra en la que siempre han crecido las raíces del debate político regional, desde los ideólogos de la independencia hasta los teóricos de la Reforma Agraria (Haya y Mariátegui). Porque el propio Hugo Chávez dijo que Velasco Alvarado fue su inspiración. Y porque el golpe cívico-militar de Fujimori —luego del antecedente de Bordaberry en Uruguay— ‘inspiró’ varios regímenes híbridos con elecciones. Quizá no era que el Perú llegaba tarde a la historia, sino que llegaba muy temprano.
Quizás la caída de Pedro Castillo sea el ejemplo más reciente de eso. Acaso su caída sea un heraldo del fin de la nueva era zurda que contagió a toda América Latina tras la pandemia. La farsa de Castillo viene arrastrando a toda la izquierda de la región, que ya viene sintiendo el descrédito en las encuestas. Y como la vacuna es la versión atenuada del virus, tal vez su corto y nefasto gobierno sea la segunda dosis de refuerzo que nos inmunice por otros 20 años.
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