El Partido Morado y ahora Lo Justo por el Perú son los partidos políticos que en la última década han intentado consolidarse como partidos de centro. Alejados, supuestamente, de la derecha y de la izquierda, ofrecen a sus seguidores un espacio alternativo a lo que llaman “radicalismo” y un sistema de ideas moderadas que hacen pasar por centristas. Para muchos ambos partidos están repletos de políticos reciclados, oportunistas, tibios y, por lo general, son acusados de progresistas e izquierdistas caviares o socialistas menos radicales que el sector de Verónika Mendoza y Vladimir Cerrón. En esta columna analizaremos rápidamente la ideología que ambos partidos presentan para responder a la pregunta ¿son partidos de centro?
El Republicanismo morado
Escrito por Francisco Sagasti, el manifiesto del Partido Morado expresa la adopción del republicanismo como ideología. Asume la ciudadanía como virtud, apunta a la libertad y la igualdad a la vez que se aleja de cualquier forma de dominación y autocracia. De ahí que Sagasti describa al republicanismo como una ideología intrínsecamente incompatible con el autoritarismo. Incluso, en dicho documento se realiza una comparación entre el republicanismo, el liberalismo y el socialismo. En dicho análisis se afirma que el actor político del republicanismo morado es la comunidad, a diferencia del individuo y la clase social del liberalismo y del socialismo, respectivamente. Sobre estos pilares los morados proponen “Nuestro propio camino”, un proyecto de republicanismo adecuado al Perú.
El republicanismo es una ideología política que surge con la modernidad. Es un intento por recuperar los valores cívicos de la República Romana y adaptarlos al contexto de aquel entonces (siglo XVII). Dentro de la tradición republicanista es posible diferenciar el republicanismo clásico, que ve en la virtud ciudadana, las instituciones y la participación política fines en sí mismos, y el republicanismo contemporáneo que contempla dichos valores como instrumentos para un fin mayor: la defensa de la libertad. En efecto, el republicanismo contemporáneo se centra en la defensa de la libertad desde una óptica peculiar, pues a diferencia del liberalismo clásico, define la libertad como ausencia de dominación. De esta forma, el republicanista ve en el sistema jurídico una posibilidad para acabar con las relaciones dominantes y aumentar la libertad de los individuos.
En vista de que el interés principal del republicanismo es la defensa de la libertad, para garantizarla recurre a una serie de estrategias legales y de defensa de la institucionalidad republicana. Estos medios puramente instrumentales para el fin principal repercuten en la comunidad, por lo que se podría decir que tienen un impacto social indirecto. Por asumir la libertad como su principal valor, el republicanismo pertenecería a la tradición liberal o de derecha; sin embargo, debido a las consecuencias indirectas sobre la comunidad y el énfasis que sobre ella hagan, el republicanismo sería, bien trabajado, a lo sumo, una suerte de derecha moderada o liberalismo con inclinación social.
El Partido Morado en su ideario agrega como principio la acción colectiva, luego de la libertad individual, y enfatiza como objetivo la consecución del bien común. La combinación de republicanismo y la preocupación por el bien común, además de la explícita asunción de la comunidad como actor político principal de su ideología, nos invitaría a decir que el Partido Morado, según su ideología, tendría una orientación ideológica de derecha moderada. Aunque en la práctica sabemos que el Partido Morado adoptó iniciativas sociales y personajes wokes y de izquierda postmoderna en su seno. Teóricamente republicanista, en la práctica de izquierda.
El ideario de Lo Justo
En su ideario, el Partido Lo Justo señala que es la injusticia aquello que moviliza su acción y organización. Consideran que no es posible crear un país mientras reine la injusticia. Mediante una serie de ejemplos, como la corrupción policial, la discriminación, las extorsiones, entre otros, se da a conocer que el Estado peruano no funciona como debería. Son, básicamente, el mal funcionamiento del Estado y el incumplimiento de las leyes las causas de la injusticia en el Perú. Si no funciona el Estado, no hay igualdad ante la ley y, por lo tanto, no es posible garantizar el bien común.
De lo anterior se sigue que para el Partido Lo Justo resulta imprescindible conseguir igualdad ante la ley para todos los ciudadanos. Antes que la libertad, debe asegurarse la igualdad, pues solo así se podrá conseguir el anhelado bien común. Justicia es sinónimo de igualdad ante la ley, de ahí que “Lo Justo” sea que se cumplan las leyes y que el Estado cumpla su función fiscalizadora, proveedora, organizadora y otras tantas. Otro valor que destacan es la libertad, pero le asignan un rol secundario en el ideario. Prima la justicia y, por ende, la igualdad.
La tradición socialista puede definirse en contraposición al capitalismo. Se entiende por socialismo a aquel sistema social en el que la mayor parte de los medios de producción está bajo control social y democrático. Esto no significa control estatal. Ahora, aunque podemos hablar de múltiples socialismos, de acuerdo a Gilabert y O’Neill (2019), es posible identificar una serie de valores claves para esta ideología política. Uno de ellos es la igualdad. Aunque también incluyen la libertad, esta es complementaria, pues para los socialistas las relaciones productivas son las que determinan los contextos que resultan poco favorables para los individuos. Esto significa que primero debe lograrse la igualdad circunstancial, es decir, eliminar las condiciones económicas desfavorables, para lograr que los individuos puedan expresar su auto-determinación o libertad. La búsqueda de justicia o igualdad es uno de los principales motores del socialismo en cualquiera de sus formas.
En el ideario del Partido Lo Justo no se señala ninguna intención por socializar los medios de producción. Es más, en el aspecto económico se destaca la importancia de la inversión privada (Lo Justo, 2024, p.8); sin embargo, su preocupación por la justicia, entendida como igualdad ante la ley, como el objetivo principal de su acción política la aproxima a la tradición socialista o de izquierda. Sobre todo, porque la comprensión que ofrece de los problemas sociales (un entorno desfavorable) es consistente con la comprensión socialista. Para los socialistas la causa de dicho entorno desfavorable es el capitalismo. Para Lo Justo es el mal funcionamiento del Estado. A pesar de ello, el que ambos, el socialismo y Lo Justo, coloquen la igualdad como valor principal los acerca más de lo que Lo Justo podría acercarse al sector liberal. Por esta razón, Lo Justo podría ser catalogado como un partido de izquierda moderada.
El Centro es posible y es cientificista
Tanto el Partido Morado como Lo Justo se presentan como pragmáticos. Efectividad antes que discusiones bizantinas. Adoptar esta cualidad permitiría incluirlos en el espectro centrista, pero por el hecho de que el Partido Morado está orientado a defender la libertad, mientras que Lo Justo se orienta a defender la igualdad, en realidad serían formas moderadas de derecha e izquierda que se promocionan como centro-derecha y centro-izquierda, respectivamente. Agrupaciones políticas que han secuestrado la idea de “centro”. Por lo que nos podemos preguntar, ¿cómo sería el centrismo verdadero?
Para ser original y no dependiente de alguna orientación liberal o socialista el centro político debería poseer valores propios. La lógica detrás del liberalismo es la realización individual, mientras que la del socialismo es la justicia social. En un verdadero centro debería primar una lógica distinta, una que ha demostrado ser útil en diversos entornos: la lógica cientificista. Aplicar la lógica científica a la organización social invitaría a adoptar ambos, la eficiencia y la eficacia como valores principales. Esto significa que los problemas sociales deben ser evaluados como problemas de carácter técnico. Como consecuencia de aumentar el rendimiento de los subsistemas de la sociedad, la libertad y la igualdad aumentarán de manera indirecta. Velar porque el Estado funcione de manera eficiente y eficaz invita a tomar medidas realistas en las que no siempre se podrá favorecer ni la libertad ni la igualdad absolutas, pero se garantizará el mayor rendimiento en la función estatal. Esto se traduce en mayor índice de bien común. Esta característica destierra por completo la idea de centro como moderación y lo convierte en un centro como búsqueda de soluciones, moderadas o no, pero soluciones para un contexto determinado a través de la ciencia.
El centro, de manera amplia, podría apuntar a un bien común, un bien que una los intereses individuales con los colectivos sin opacar del todo ni uno ni al otro, sino articularlos. Por ello los morados y los justos parecería que calzan en la denominación de “centro”, pero ¿Qué diferencia la noción de bien común del centro cientificista de aquel del Partido Morado y de Lo Justo? Pues que mientras los morados y los justos se acogen a valores de derecha e izquierda y los igualan al bien común (libertad e igualdad respectivamente), el centro cientificista se guía por la eficiencia y la eficacia para construirlo, un bien común guiado por la razón y no por los deseos individuales o los anhelos de justicia. Un bien para la civilización humana y para el bienestar de las personas futuras.
Lejos de apuntar a la igualdad o a la libertad como tales, el centro cientificista debe aumentar el rendimiento de la sociedad utilizando la menor cantidad de recursos para cumplir las metas. ¿Cuál es su meta? La gloria civilizatoria de la humanidad: la eutopía. Este proyecto apunta a la reducción de la ocurrencia de sufrimiento a partir de medios tecnológicos y a la maximización de la complejidad de la vida consciente. Es decir, apunta al bien común explicado en términos de mejoramiento humano (Transhumanismo), evolución cultural dirigida (ingeniería social), dominio de la naturaleza (postnaturalismo) y gobierno dirigido por la razón y la ciencia (tecnocracia). Al final de cuentas el ideal es el proyecto civilizatorio humano y no la humanidad en sí misma.
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