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Cambio de hábito para evitar incendios forestales

  • Foto del escritor:  Verushka Villavicencio Vinces
    Verushka Villavicencio Vinces
  • 19 sept 2024
  • 3 Min. de lectura

La ruta que llevó al gobierno de Dina Boluarte a declarar el estado de emergencia en los departamentos de Amazonas, San Martín y Ucayali debido a los incendios forestales que han arrasado casi 1,500 hectáreas hasta ahora ha tenido como desenlace a 16 personas fallecidas y 140 heridos, según reportes periodísticos.



La negación del Ejecutivo frente a la realidad, hoy se traduce en una medida que durará 60 días para controlar el fuego en la zona y dar soporte a las comunidades afectadas, según el Decreto Supremo N° 097-2024-PCM.

Si bien la situación demanda una atención inmediata, se estaría abordando el efecto del problema que desencadenó la pérdida de flora y fauna silvestre en 7 departamentos del país.



Las causas del problema no se estarían trabajando y de seguro responderían a una realidad compleja con múltiples aristas que se han ido acentuando con los años debido a la desigualdad y la pobreza. Una de las causas que se ha señalado, es la provocación de incendios para asegurar terrenos que permitan el cultivo.

Mariano Castro, ex ministro de Gestión Ambiental del Ministerio del Ambiente sostiene que los incendios estarían vinculados con prácticas agrícolas dirigidas a tener nuevas áreas de cultivo o aprovechar de mejor forma las ya existentes tanto en la zona andina como en la amazónica, fue lo que sostuvo en declaraciones al medio digital Mongabay.

Castro enfatiza que “según información de SERFOR (Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre), entre enero y junio de 2024 han sido afectadas 70 000 hectáreas. Estamos hablando de siete veces más en relación a la afectación del derrame que se tuvo con Repsol”. El ex ministro comparó lo que sucedió con la declaratoria de emergencia frente al derrame de petróleo por parte de Repsol, tratando de dimensionar la magnitud del problema.

Esta práctica agrícola que estaría afectando nuestros bosques se estaría cimentando en una costumbre implementada sistemáticamente y que respondería a la perennización de un hábito. Es decir, provocar incendios para ganar tierras de cultivo.

Frente a esta realidad es necesario que se intervenga con una estrategia que aborde el cambio de hábito que da dado lugar a una costumbre que responde a realidades complejas.



Cambiar un hábito no es una tarea fácil implica un abordaje progresivo y sostenido en el tiempo que incluya nuevos hábitos que invisibilicen al anterior. Los investigadores que lo hemos realizado para cambiar comportamientos en diversas poblaciones sabemos que sólo se consiguen resultados con una estrategia mantenida en el tiempo. En este caso, se trataría de un abordaje multisectorial con el involucramiento de todos los actores en el territorio junto a los ministerios implicados en fortalecer el desarrollo de las zonas involucradas.

De otro lado, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito reveló, en un informe publicado este año, el aumento del cultivo de hoja de coca en Perú, Colombia, Bolivia y Ecuador documentando el 64% de pérdida de los bosques en nuestro país entre el 2018 y 2022. Por tanto, la estrategia que debería implementar el estado tendría que enfrentar este avance liderado por bandas criminales que aterrorizan a líderes indígenas junto a sus comunidades, de acuerdo a las publicaciones de Infobae realizadas en junio de este año.

El verdadero desafío es detener y enfrentar la deforestación y la violencia contra las comunidades de la zona. La presencia del estado tendría que ofrecer polos de desarrollo económico que generen fuentes de ingreso que mejoren la calidad de vida de las personas.

Nuestras autoridades deberían también cambiar el hábito de atender sólo el efecto del problema y no la complejidad de sus causas.

Lo que ahora queda claro es el enorme daño al ecosistema que ha depredado la flora y fauna silvestres. Sólo el dióxido de carbono (gas de efecto invernadero) que se produce en los incendios, queda suspendido en el aire y los vientos los arrastran hasta las ciudades, contaminando la atmósfera pudiendo provocar en las personas enfermedades respiratorias, fiebre y dolor de cabeza. Esperemos que las soluciones llegan pronto para evitar que estos episodios escalen y se escapen de control.


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