Tres expresidentes presos: ¿Y ahora qué hacemos?
- Sol Pozzi-Escot
- 16 abr
- 2 Min. de lectura
Alejandro Toledo, Pedro Castillo y Ollanta Humala. ¿Qué tienen en común estos señores? Los tres fueron presidentes del Perú y, los tres, son ahora vecinos en la cárcel. ¿Qué pasó con el Perú?

(Imagen: Esfera Radio)
Resalta a la mirada de todo peruano que los tres mencionados comparten, más allá de la condición de presidiarios, un otro punto en común: los tres prometieron cambio, prometieron acercar el sueño del progreso a los ciudadanos más olvidados por la historia, más castigados por las injusticias del actual modelo impuesto.
Alejandro Toledo se presentó como el regreso a la democracia, pero no a una falsa, a una teórica, sino a una real. Devolver al peruano del Ande la dignidad que había perdido bajo la ley del libre mercado implantado -con éxito, ciertamente, pero también como el origen de graves desigualdades- por el presidente Fujimori en los 90, y de, nuevamente, encauzar al país en las vías de la contemporaneidad política, social y económica. Si bien -ya que no debemos ser mezquinos- el gobierno de Toledo fue acompañado de una gran bonanza económica para el país, a la larga, poco pudo aportar para cerrar las brechas por las cuales sangra el Perú.
Ollanta Humala, la promesa del gran cambio, decepcionó a sus votantes y a la Historia al realizar un gobierno de pura continuidad, sin impulsar y concretar reformas que permitan al peruano hacerse más grandes que sus carencias. Sí, impulsó exitosos programas sociales, conformó admirables gabinetes, pero, a la hora de la acción, el presidente Humala no fue ni la sombra de lo que debió -y fácilmente pudo- haber sido.
Pedro Castillo, lo que hasta ahora configura la tocada de fondo de nuestro país. Nada más que decir.
¿Qué se debe hacer ahora?, es la pregunta.
En pocas palabras, se cree desde esta tribuna, que mientras los peruanos no nos involucremos activamente en la política seguiremos siendo las víctimas de un modelo impuesto que poco beneficio nos trae.
¿Todo es político? Efectivamente. El compromiso -o la falta de este- son actos políticos. Y sus consecuencias se sienten en las vidas de los peruanos más desfavorecidos.
Las perspectivas ante las elecciones del 2026 se ven tristísimas, terribles, horrendas. En las próximas elecciones, hagamos lo mejor posible. Pero, a la vez, imaginemos un futuro mejor. Un futuro para los peruanos, en manos de los peruanos. ¿Es eso posible? Sería cínico creer que no.
Salvemos el Perú. Creamos que es aún posible. Luchemos por esa creencia.
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