26 noviembre del 2022 en Lucidez.pe
En vista de los escándalos de corrupción y las investigaciones fiscales en los que está envuelto el presidente Pedro Castillo, la ciudadanía opositora organizó dos marchas para expresar sus deseos de que renuncie al cargo o de que la nueva moción de vacancia proceda y de que se convoquen nuevas elecciones. La respuesta inmediata del Ejecutivo fue organizar una contramarcha que reuniera a los aliados del gobierno y demuestre que Castillo todavía tiene respaldo popular, algo un tanto difícil de sostener pues la desaprobación a su gestión no baja del 70%.
La marcha a favor del Ejecutivo fue convocada para el 10 de noviembre y con un nombre grandilocuente, fue bautizada como “La Toma de Lima”, congregó organizaciones y actores sociales del interior del país que comparten la idea de que el Congreso debe ser cerrado y de que una nueva Constitución debe promulgarse. Lo curioso de esta marcha, supuestamente espontánea, fue que Pedro Castillo se reunió en Palacio de Gobierno con al menos dos de sus promotores en fechas previas al evento. Este último hecho le restó aún más credibilidad y evidenció los malabares del gobierno por persistir a la nueva crisis que afronta.
Al margen de las disputas entre la derecha, asociada a la oposición, y la izquierda, vinculada al Ejecutivo y al gobierno de turno, en el interior del país un nuevo actor político se fortalece: el etnocacerismo. Desde que saliera de prisión, Antauro Humala ha iniciado una serie de mítines en la zona sur del país, en regiones como Apurímac, Arequipa, Cuzco y Puno en las que logra llenar plazas y espacios públicos con seguidores y ciudadanos interesados en escuchar su proyecto político ultranacionalista y alternativo. Un esfuerzo con el que, definitivamente, Antauro busca capitalizar el desencanto de las masas olvidadas por Lima con un discurso virulento y cargado de connotaciones raciales.
Han pasado tres meses desde que iniciara la gira y lo que inicialmente pudo ser percibido como una estrategia política para afianzar el partido etnocacerista y centralizar los avances que el movimiento tuvo durante los años en que Antauro Humala estuvo en prisión, la movilización de militantes y ciudadanos ha adquirido, o quizás ha mostrado, su verdadero propósito: organizar una marcha contra el Congreso de la República y forzar su cierre.
El proyecto, denominado “Forjando el camino para la Segunda República”, ha girado en torno a la idea de organizar la reunión de medio millón de reservistas y ciudadanos con los cuales acudir a Lima. Por ello, Antauro está recorriendo el país y no teme en anunciar que dicho golpe contra la “democracia criolla” se llevará a cabo el próximo mes de marzo. Desde septiembre viene llevando a cabo la labor de profeta en zonas que siempre le han sido amigables, pero una vez que culmine su paso por el centro del país, se dirigirá al norte y a la selva peruana, territorios en los que puede que encuentre algo de resistencia, como le ocurrió en Ayacucho.
A pesar de rechazar la denominación de ser una organización de carácter fascista, el etnocacerismo y su líder, parecen decididos a continuar la receta, no solo ideológica, sino procedimental de los partidos fascistas del siglo pasado. En 1922, el Partido Nacional Fascista de Italia organizó una marcha sobre Roma e impuso a Benito Mussolini como Primer Ministro ante el temor del desencadenamiento de una guerra civil, lo que dio inicio a la Italia Fascista. Al año siguiente, emulando a sus pares italianos, los seguidores de Adolf Hitler intentaron hacer lo mismo, el Putsch de Múnich, pero no lograron el mismo éxito y su acceso al poder se vio retrasado al menos una década. ¿Será el cierre del Congreso el nuevo intento de Putsch de Antauro Humala y del etnocacerismo?
La Forja del camino hacia la Segunda República es, en efecto, la antesala anunciada de un intento de golpe de Estado organizado desde la ciudadanía y sus cuadros paramilitares, así como la manifestación del deseo de subvertir el orden democrático y construir un gobierno alineado a los intereses del etnocacerismo. Como se comentó en una ocasión anterior, el etnocacerismo y Antauro Humala configuran el próximo y mayor peligro que enfrentará la democracia peruana en los años venideros.
A pesar de que Antauro ya ha optado por las acciones violentas en años anteriores, uno de dichos levantamientos armados, el de Andahuaylas, le valió purgar condena por casi 20 años. Es por esa experiencia que, a las semanas de haber sido liberado, Humala afirmó que el tiempo de las rebeliones había pasado y que su partido y sus seguidores debían enfocarse en la vía democrática. No obstante ello, parece que la violencia de su discurso y la naturaleza paramilitar de su organización son más fuertes que la estrategia previamente demarcada. A través de esta convocatoria de masas, el etnocacerismo muestra su verdadero rostro y el ethos que motiva sus acciones una vez más.
El llamamiento etnocacerista es, pues, un intento por mostrar un liderazgo fuerte, capaz de alterar el rumbo de la democracia a voluntad y, en paralelo, vender un discurso antisistema, nacionalista y autoritario con el que reclamar mayor apoyo popular. El mismo Antauro ha vociferado que no ha salido de cautiverio para bromear, por lo que sus intenciones son claras y deben ser tomadas con seriedad. Sin embargo, también es una respuesta al proyecto de Ley presentado por Carlos Anderson para evitar que personas procesadas por homicidio puedan postular a la presidencia de la República, factor que pone en evidencia la desesperación y el temor a no acceder al poder, a los que el líder etnocacerista está sometido.
¿Qué significa la Segunda República?
En el ideario etnocacerista, la Segunda República o Nuevo Tahuantinsuyo es una conformación geopolítica que incluye a Ecuador, Perú y Bolivia y en la que adquiere el rol principal la mayoría cobriza que habita dichos territorios. Esto quiere decir que se conformaría un bloque étnico con primacía incaica al puro estilo de los proyectos socio-políticos de la Nueva Derecha francesa y del trabajo de Guillaume Faye. En palabras de Humala “el linaje común étnico, en el caso andino, deberá constituir el eje referencial en la identidad de aquel proyecto emancipador-reivindicador y a la vez reunificador de la estirpe quechuaymara dispersa en tres… republiquetas criollas…” (Humala, 2011)(p.298).
En base a los escritos de Humala, es posible indicar que, en materia ideológica, la Segunda República recurrirá al mito común de la “desgracia del cholo” legado por los periodos históricos de usurpación política, el Virreinato y la República. Aquel anti-mito unificaría a la raza cobriza en torno a la “desgracia”, el apartheid y el etnicidio vivido durante siglos. De esa forma se iniciaría el proceso de reunificación con miras a la emancipación (conformación del proyecto etnocacerista y el ascenso al poder), el cual sería seguido por el proceso de reivindicación de la identidad étnica a partir de la recuperación de los idiomas, cultura, tradiciones y religiosidades autóctonas (Humala, 2011)(p.301). Dicho proceso culminaría con la indianización del cristianismo, o pachakamismo, un proyecto de interpretación nativa de la religión cristiana y del sincretismo espiritual peruano. El objetivo sería la reconstrucción del mito histórico autóctono, el cual estaría edificado sobre una concepción original y desoccidentalizada de la historia nativa, el código moral incaico (ama sua, ama llulla, ama quella) y una visión cosmológica que ubica al hombre como hijo de la Pachamama (Tierra) y que es contraria a la explotación capitalista (Humala, 2012). Aquel mito unificador autóctono creará al nuevo peruano, el cual será liberado de la etnofobia (rechazo a sí mismo) y del sometimiento a los que fue forzado por la minoría extranjera luego del proceso de conquista.
Con respecto a la economía, el Nuevo Tawantinsuyo nacionalizaría las empresas privadas extranjeras, principalmente las chilenas, estatizaría las universidad y medios de comunicación, como parte del proyecto totalitario, liberaría los peajes y reactivaría las industrias agraria, ganadera y minera a través del rescate de la Pachamama o la descolonización de los espacios aéreos, del suelo y del subsuelo nacional (Humala, 2011)p. 147. Al puro estilo del corporativismo fascista, el etnocacerismo plantea “subordinar el libre mercado a la nación”, es decir, a la voluntad nacional.
En otras palabras, la Segunda República es un proyecto de Estado totalitario con perspectiva milenarista que apunta a crear y promover un mito unificador para reivindicar a la raza cobriza a través de la promesa de una economía nacional y autosuficiente. Vale preguntarse, ¿cómo construirá el etnocacerismo la Segunda República? En uno de sus más recientes mítines en Huancayo, realizado el 22 de noviembre, Antauro proclamó que solo será posible edificar el proyecto etnocacerista mediante un cambio revolucionario materializado en la marcha que cierre el Congreso y el fusilamiento público de los expresidentes corruptos. Solo la violencia podrá dar inicio al Nuevo Tawantinsuyo.
¿Fascistas o no?
Mendieta (2022) define el etnocacerismo como un tipo de fascismo andino, entendiendo el fascismo como una alternativa a la derecha e izquierda, una ideología ultranacionalista, autoritaria, totalitaria y corporativista. Antauro Humala, por su parte, denuncia que el fascismo es un populismo de derecha, por lo que rechaza la denominación de Mendieta y, más bien, afirma que su partido se ubica en el sector de movimientos y organizaciones nacionalistas que se enfrentan al globalismo. ¿Ante qué fenómeno nos encontramos?
Por un lado, debe considerarse que, de acuerdo a Mudde (2019), el nuevo factor de diferenciación entre derechas e izquierdas es, en efecto, la dicotomía nacionalistas-globalistas, siendo incluidos en la derecha los primeros, y en la izquierda, los segundos. Esta es la razón por la que se consideran de derecha las organizaciones populistas y postfascistas, pero no debe olvidarse que el fascismo y, por tanto, el fascismo genérico, es una tercera teoría política alternativa al liberalismo y al socialismo en sus diferentes formas que buscó ser una síntesis de ambas (Eatwell, 1994). En este sentido, los nacionalismos y fascismos estarían más cercanos entre sí de lo que pueda creerse.
Por otro lado, contrario a lo que opina Mendieta, en la academia es casi unánime la idea de que el fascismo se desarrolló y existió desde el periodo entreguerras hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Esta tesis es aceptada tácitamente por distintos estudiosos del fenómeno, Griffin, Mudde, Mulhall, Gregor, Eatwell, entre otros. No obstante, sí es posible identificar una continuidad y evolución de las ideas fascistas en tiempos posteriores a la guerra, por lo que cualquier movimiento inspirado en ellas o que buscó continuar su proyecto político o actualizarlo a nuevos tiempos, está incluido en denominaciones distintas, tales como el neofascismo, la derecha alternativa, la extrema derecha o el postfascismo.
Para responder a la pregunta de si el etnocacerismo puede ser incluido en algunas de las denominaciones anteriores, existe un elemento clave que debe tomarse en consideración al analizarlo, al margen de la identificación que Humala dé a su propio movimiento, y es, pues, su componente ideológico. Coincido con Mendieta en cuanto a que la ideología es la que debe analizarse y que al hacerlo existen similitudes entre el etnocacerismo y el fascismo, pero discrepo en la denominación, pues me adhiero a la tesis de que los esfuerzos por actualizar el fascismo luego de 1945 fueron categorizados de otra manera para marcar el quiebre entre el fascismo histórico vinculado a los horrores nacionalsocialistas y los nuevos movimientos inspirados por su legado político.
Para resolver el problema, en un escrito anterior propusimos el etnocacerismo como un movimiento postfascista porque su ideología cumple con las características del mínimo fascista de Griffin y, de manera inconsciente o coincidente, Humala lo adapta a un contexto histórico distinto del tiempo al que dio origen al fascismo. Indicar que el etnocacerismo no es fascista, sería errado, tanto como afirmar que lo es, sería inexacto. El etnocacerismo es una variación del mínimo fascista en un contexto no europeo que invita a pensarlo, en términos más exactos, como un movimiento postfascista.
Comentarios finales
Mientras Lima y las fuerzas políticas con acceso al gobierno siguen enfrascados en la contienda por las riendas del país, a la vez que el Ejecutivo hace lo posible para aferrarse al poder, el descontento de las masas provincianas es atraído por el discurso etnocacerista. Una ideología evidentemente postfascista que apela a las acciones violentas y radicales como los mejores medios para lograr sus fines. Por ello, para Antauro Humala y sus seguidores la marcha para cerrar el Congreso de la República el mes de marzo del 2024 será un momento de gloria, un momento por el que aguardaron casi 18 años.
Esta vez, Humala está decidido a mover la cantidad de gente que sea necesaria para blindarse y evitar el infortunio ya vivido luego del Andahuaylazo. Simulando a Mussolini y su Marcha sobre Roma, el líder etnocacerista busca el próximo año organizar un Putsch en Lima, bajar de los andes a la mayoría cobriza, reclamar el poder e iniciar violenta y míticamente la Segunda República o Nuevo Tawantinsuyo. Tal cual lo hicieran los incas de Vilcabamba y Túpac Amaru II, dioses-hombres andinos para la ideología etnocacerista, o el mismo Tayta Andrés Avelino Cáceres, Antauro Humala se propone como el líder de la comunidad quechuaymara que hará despertar de su letargo al hombre cobrizo, le devolverá su identidad y le otorgará la modernidad alternativa con la que continuará la historia que se vio interrumpida por la intromisión española.
Los delirios de grandeza sumados a la violencia desmedida en torno a un discurso ultranacionalista con capacidad paramilitar en tiempos de crisis, son la receta perfecta para el etnocacerismo y la oportunidad de Antauro para quebrar la democracia. El postfascismo se asoma a la pugna política por el Perú y lo hace de forma violenta. Estamos advertidos.
Referencias
Eatwell, R. (1994). Fascism. En R. Eatwell, & A. Wright, Contemporary Political Ideologies (págs. 169-191). Londres: Pinter Publishers.
Humala, A. (2011). Etnonacionalismo, Izquierda y globalidad (Visión Etnocacerista). Lima: Ediciones Antaurpi.
Humala, A. (2012). De la Guerra Etnosanta a la Iglesia Tawantinsuyana. La reivindicación de los "demonios" y el color insurgente de la fe. Lima: Corporación Editora Chirre.
Mendieta, I. (10 de Noviembre de 2022). ¿Emulando a Robespierre? Antauro Humala y el etnocacerismo. Obtenido de Instituto de Estudios Peruanos: https://iep.org.pe/noticias/critica-y-debates-emulando-a-robespierre-antauro-humala-y-el-etnocacerismo-por-michael-mendieta/
Mudde, C. (2019). La Ultraderecha Hoy. Barcelon: Editorial Planeta.
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