2011. Feria del Libro Ricardo Palma. Un niño de 14 años recorre los pasillos y escanea cada stand, con una mirada inquieta que busca detectar tesoros entre el gentío, la música y el barullo incesante de su propia mente que todo lo quiere descifrar.
Títulos conocidos, títulos que ya posee, títulos que no le interesan desfilan ante sus ojos. Coge libros, rápidamente lee las contraportadas, los devuelve. Camina. Dos pasos atrás, su madre lo sigue.
Un libro de portada crema, con el retrato de una mujer de rasgos indígenas, con el pelo lacio y negro, con unos ojos que se clavan directamente en los suyos, detiene al niño en su expedición. Los ojos de esa mujer misteriosa se hacen uno con los suyos, el gentío va volando como arena en tormenta, la sinfonía ferial es cubierta por un manto de silencio.
El título del libro indica: “La Hora Azul”, del autor Alonso Cueto. El niño mira a su madre, le pide que se lo compre. La madre accede. La vida del niño cambia para siempre.
Cada página de “La Hora Azul” es la gasolina que impulsa al niño a leer la siguiente. Mientras lee el libro, en el pequeño departamento que comparte con su madre, se desdibujan las barreras del tiempo y del espacio y la realidad literaria se funde con la realidad material. El niño está ahí, al costado de Adrián Ormache, parado detrás de Miriam, está mimetizado entre los escenarios de la novela, esa Lima que tanto adora, a la vez desconociéndola. Está ahí, hecho uno con el libro. Si bien el niño, evidentemente ha leído muchos libros antes, esa es la primera vez que la experiencia de la lectura se vuelve, aunque no lo supiera en ese momento, en una experiencia trascendental.
Pasaron los años y el niño, vuelto adolescente, hace de la lectura de libros de Alonso Cueto una constante en su vida. “El Otro Amor de Diana Abril”, “Grandes Miradas”, “El Susurro de la Mujer Ballena”, “La venganza del Silencio”, “La Perricholi”, todas esas grandes obras se vuelven el espacio que desarrollan su sensibilidad, que lo hacen abrazar sus incertidumbres, reconocerse en el espacio que lo rodeaba, en su historia. En fin, darle sentido y significado a todo lo que su corta edad no le permite aprehender.
2024. Feria del Libro de Nuevo Chimbote. El niño vuelto -en teoría- adulto, presenta su primer libro, una recopilación de entrevistas hechas por él, llamado “Prueba de Coraje: Vivir en el Perú”. A su costado, comenta la obra nada más y nada menos que el propio Alonso Cueto. De más está decir que el niño vuelto adulto es quien escribe esta columna. Soy yo, Sol Pozzi-Escot.
Foto: Jorge Tume
Escucho los comentarios que hace Alonso sobre mi libro, su análisis, su valoración de mi primera obra publicada. Respondo a sus preguntas. Lucho contra la emoción de estar sentado al costado de una persona a quien siempre consideré como sobrehumano, como alguien tan grande, que llegarlo a conocer sería un sueño imposible. Pero no, no solamente lo pude conocer, sino lo entrevisté para mi libro y tuve el honor, cumplí el sueño de estar sentado a su costado presentando mi libro.
Foto: Jorge Tume
Todo brilla y la realidad es una ola efervescente congelada en la dicha de un momento cumbre.
Hay momentos en la vida que le dan sentido a todo, que justifican todo. Todas las penas, todos los fracasos, todas las frustraciones. Hay momentos que son la lluvia torrencial después de la sequía, el barco salvavidas después del naufragio, el abrazo humano después del encierro solitario en el calabozo de la vida contemporánea.
Foto: Jorge Tume
El pasado sábado 9 de noviembre fue uno de esos momentos. Fue más que un momento. Fue un llamado a seguir viviendo, a seguir creando, a decirle no al abandono, a cerrarle la puerta al nihilismo, a levantar la mirada y dejarme envolver por las nubes de la esperanza.
Foto: Jorge Tume
Gracias es una palabra que se queda corta. Mi agradecimiento a Alonso no es formal, es ontológico. La influencia del maestro en mi vida está entrelazada con mi ser, ha moldeado mi esencia misma.
Queda también agradecer a Harold Alva, presidente de la Fundación Iberoamericana para las Artes, mi gran amigo, compañero, también maestro, por hacer que este momento sea posible. Agradecer también a la Municipalidad Distrital de Nuevo Chimbote, bajo la gestión del alcalde Walter Soto, así como a Manuel Chiroque, Subgerente de Educación y Cultura de la Municipalidad y Luzmila Aniceto, coordinadora de la misma gerencia, por su hospitalidad, su amabilidad, su amistad, su generosidad.
Gracias.
Mira la presentación del libro aquí:
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