Bien se dice que una prensa aliada del gobierno es una prensa ineficiente. Un agente conformista que no está al servicio de la ciudadanía, que la mantiene complaciente y ajena de los problemas del Gobierno; entidad que le debe transparencia a sus gobernados. Sí, uno de los roles de la prensa es incomodar a las esferas de poder, pues es el indicador de que están realizando su trabajo de investigación.

Hoy, según la Defensoría del Pueblo, el Ejecutivo no ha dado espacios de diálogo a la prensa. Esto, sumado a los recientes escándalos sobre los personajes que rodean al sillón presidencial y las pobres respuestas ofrecidas por el presidente, dan la sensación de que hay más suciedad bajo la alfombra. Es aquí donde la prensa y medios de comunicación juegan un rol crucial: investigar e informar.
Abogar por la total libertad de prensa y opinión es un mal necesario. Ninguna es perfecta, pero su presencia en los canales de comunicación ofrece una variedad de líneas editoriales, de las cuales los consumidores pueden elegir según su criterio y confianza, dos virtudes que parecen desvanecerse.
Cuando los medios informativos, disque serios, recurren a estrategias sensacionalistas entra en juego su credibilidad. Y claro, parece ser que es solo el medio el que pierde, desde personal hasta sintonía. Sin embargo, la sociedad también pierde; pues, poco a poco se queda sin fuentes de donde enterarse de la coyuntura social, política y económica. Cuarto Poder, un tradicional noticiero de los días domingos es un claro ejemplo de ello.
Tras la promesa de un “audio bomba” que podría dar pie a un debate por la vacancia presidencial, la decepción inundó a la opinión pública, pues dicho audio no resultaba relevante para el tema en cuestión. La línea editorial del noticiero resultaba cuestionable desde hace tiempo; desde la inclusión de Sebastian Salazar, hijo de Federíco Salazar, hasta las distintas dinámicas implementadas con su compañera Tatiana Alemán.
Está claro que los medios tradicionales son oposición del gobierno actual, pero parece fracasar como tal. Acciones como las descritas termina ridiculizando a la prensa, perdiendo la fidelidad de los lectores y televidentes. Es un acto de máxima irresponsabilidad que le cuesta a la sociedad, como se mencionó antes, una fuente de información.
Posiblemente no haya vuelta atrás. Tal vez esto es una muestra de la necesaria renovación de las líneas editoriales o las cabezas que dirigen a los medios. Pero algo queda claro, si se va a adoptar una postura de oposición, debe hacerse de forma responsable, pensando siempre en el bienestar de la opinión pública.
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